30/6/12

El Abanico en España

Partes del abanico                      Abanico de encaje        
Es ahora, en verano, cuando más se utiliza este sencillo accesorio que siempre me ha gustado: el abanico.

De niña tenía uno blanco con encajes, un poco cursi, pero me encantaba y, aunque trataba de imitar a mi madre o tías que se abanicaban maravillosamente, no conseguí tener nunca esa destreza a pesar de mi tesón.

Ahora tengo bastantes de mi familia. Los tengo guardados como un pequeño tesoro, hasta que encuentre tiempo para enmarcarlos.

Os contaré un poco de su origen:

se remonta hasta la Dinastía XIX de Egipto (años 1295 a 1186 a. C) pero, en España, las primeras referencias que tenemos de él según Mª Teresa Ruíz Alcón es en la Crónica de Pedro IV de Aragón (siglo XIV), en la que se cita como oficio de los nobles que acompañaban al rey "el que lleva el abanico". Hay también referencia de este utensilio en los inventarios de bienes del pintor Bartolomé Abella (1429), en el del Príncipe de Viana y en el de la Reina Juana I de Castilla. Estos abanicos eran rígidos y de forma redondeada y utilizaban como materiales la palma, la paja, la seda y las plumas de pavón.

El siglo XVIII fue la época dorada del abanico en España: llegó a España el artesano francés Eugenio Prost (protegido del conde de Floridablanca) convirtiendo a España en uno de los principales productores del mundo rivalizando con franceses e italianos. Se crea en Valencia el Gremio de Maestros Abaniqueros y la Real Fábrica de Abanicos (a principios del siglo XIX).

Esta tradición del abanico parece estar enraizada en Valencia donde actualmente siguen fabricándolos artesanalmente: Abanicos Andrés Pascual, Abanicos Antonio Benlloch y Artesanía Lola Blay Villa, aunque también existen tiendas de abanicos en otras ciudades de España.

No puedo finalizar esta entrada sin añadir lo que conocemos como "el lenguaje del abanico", la habilidad que tenían las damas para comunicarse sutilmente con sus admiradores:

• Si escondía los ojos detrás del abanico: Te quiero.
• Si se abanicaba con rapidez: Estoy comprometida.
• Si se abanicaba lentamente: Estoy casada.
• Si se pasaba el abanico por la mejilla: Te amo.
• Si se pasaba el abanico por los ojos: Lo siento.
• Si se quitaba con el abanico el cabello de la frente: No me olvides.
• Si tenía el abanico en la mano izquierda: Deseo conocerte
• Si lo abría despacio: Espérame.
• Si lo abría y lo cerraba: Eres cruel.
• Si lo cogía con el dedo meñique: Adiós.
• Si lo abría y se tapaba la boca: Estoy sola.
• Si lo movía con la mano derecha: Quiero a otro.
• Si lo dejaba deslizar sobre los ojos: Vete, por favor.
• Si lo movía con la mano izquierda: Nos observan.
• Si tocaba con el dedo el borde: Quiero hablar contigo.

Estoy segura y me alegra pensar que el abanico no desaparecerá.

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