2/10/14

Rudyard Kipling: SI…

Rudyard Kipling                    If          
Esta mañana he contemplado una vez más el “pergamino” que tengo en mi estudio y que contiene el magnífico poema del escritor y poeta británico Rudyard Kipling: If . Está amarillento y acartonado por el paso del tiempo y para poder transcribíroslo lo he descolgado con sumo cuidado para evitar romperlo. He encontrado múltiples traducciones; sin embargo, prefiero la de mi pequeño tesoro:

SI…

Si puedes conservar tu cabeza cuando, a tu rededor,
    todos la pierden y te cubren de reproches;
Si puedes tener fe en ti mismo, cuando duden de ti
    los demás hombres y ser indulgente para su duda;
Si puedes esperar y no sentirte cansado con la espera;
Si puedes, siendo blanco de falsedades, no caer en la mentira,
    Y si eres odiado, no devolver el odio, sin que te creas,
    por eso, ni demasiado bueno, ni demasiado cuerdo…

Si puedes soñar sin que los sueños, imperiosamente, te
    dominen 
Si puedes pensar, sin que los pensamientos sean tu objetivo
    único;
Si puedes encararte con el Triunfo y el Desastre, y tratar
    de la misma manera a esos dos impostores;
Si puedes aguantar, que a la verdad por ti expuesta
    la veas retorcida por los pícaros,
    para convertirla en lazos de los tontos.
    O contemplar que las cosas a que diste tu vida,
    se han deshecho, y agacharte y construirlas de nuevo,
    aunque sea con gastados instrumentos!...

Si eres capaz de juntar, en un solo haz, todos tus triunfos y
    ganancias
    Y arriesgarlos, a cara o cruz, en una sola vuelta
    Y si perdieras, empezar otra vez como cuando empezaste
    Y nunca más exhalar una palabra sobre la pérdida sufrida!
Si puedes obligar a tu corazón, a tus fibras y a tus nervios,
    a que te obedezcan aún después de haber desfallecido
    Y que así se mantengan, hasta que en ti no haya otra cosa
    que la voluntad gritando: “¡PERSISTID, ES LA ORDEN!”

Si puedes hablar con multitudes y conservar tu virtud.
   o alternar con reyes y no perder tus comunes rasgos;.
Si nadie, ni enemigos ni amantes amigos, pueden causarte
   daño;
Si todos los hombres pueden contar contigo,
   pero ninguno demasiado;
Si eres capaz de llenar el inexorable minuto,
   con el valor de los sesenta segundos de la distancia final;
   Tuya será la Tierra y cuanto ella contenga
   y –lo que aún más vale- serás Hombre, hijo mío!

Aunque el cometido que nos propone sea difícil, nunca me cansaré de intentarlo.

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